Lisboa es una ciudad acogedora y perfecta para ir de viaje de luna de miel. Sin grandes aglomeraciones de gente ni lugares muy turísticos, es el equilibrio que buscan las parejas que quieren relajarse a la vez que conocen los secretos de la capital portuguesa. Con poco más de 500.000 habitantes, esta pequeña ciudad ha conseguido atraer a los curiosos viajeros con el encanto de sus calles y su historia.

El centro histórico lo componen siete turones que hacen que algunas calles sean demasiado empinadas. Por ello tuvieron que construir el famoso Elevador de Santa Justa, donde además se pueden apreciar las vistas del centro de la ciudad y de la Praça do Comércio, el centro de vida de la capital donde podréis disfrutar de música en la calle acompañados por las olas del Atlántico. Un paraje inigualable ideal para sentarte al lado de tu recién estrenada pareja, mientras empezáis a planear vuestro nuevo destino juntos perdiendo la mirada hacia el horizonte.

Una caja de pastéis de belém para los recién casados

El barrio de Belém es visita obligada para los novios, dónde podréis juraros amor eterno ante la Torre de Belém y el Monumento aos Descobrimentos. No perdais la oportunidad de entrar en el monasterio de los Jerónimos para trasladaros al signo XV y su maravilloso estilo gótico. En este mismo barrio podréis probar los mejores pasteles de nata, conocidos como pastéis de belém, la  joya de la corona de su gastronomía después del bacalao. Una parada tan dulce como enriquecedora que, seguro, os dejará con ganas de comeros a besos.

Pero no podéis despediros de la ciudad sin escuchar antes el melancólico fado en uno de los muchos bares o teatros dedicados a este arte portugués. Incluso en las calles más insospechadas se pueden ver artistas amateurs cantando sus mejores versiones. Un sonido hipnótico y delicado que os acompañará para siempre en cada pequeño rincón de esta mágica ciudad, con un encantando inigualable.

¡La ciudad de las colinas os espera!